La explosión de una toma clandestina en México suma ya 67 muertos y 75 heridos siendo una de las peores tragedias en décadas y reflejando el problema del robo de hidrocarburos, que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha prometido seguir combatiendo.
"Aunque duela mucho, tenemos que seguir con el plan de acabar con el robo de combustible y con estás prácticas. No vamos a detenernos", dijo este sábado el mandatario en una rueda de prensa convocada ex profesor.
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El viernes en la tarde, un grupo de pobladores del municipio de Tlahuelilpan, en el céntrico estado de Hidalgo, reventó un ducto de hidrocarburo y empezó a sustraer, de una forma muy rudimentaria, la gasolina.
Tras unas dos horas, y pese a la presencia del Ejército que poco pudo hacer para controlar la tunda de centenares de personas que se acercaron a recoger gasolina, una explosión arrebató la vida a 67 personas, mientras que 75 continúan heridas, alguna de gravedad.
"Las llamas estaban consumiendo todo lo que había alrededor y había personas fallecida y quemadas", describió hoy el gobernador estatal, Omar Fayad.
El titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio, subrayó que militares intentaron disuadir a los pobladores de la zona pero hicieron "caso omiso y se tornan algunos de ellos poco agresivos".
El fuego tardó varias horas en extinguirse por completo y las imágenes del momento de la explosión, muchas de ellas grabadas por vecinos de la zona, eran desgarradoras con gente con graves quemaduras pidiendo ayuda, o deambulando sin apenas ropa, consumida por las llamadas.
Familiares lamentan las pérdidas humanas
Horas después, mientras decenas de heridos siguen siendo atendidos en varios hospitales de Hidalgo, del Estado de México y de la Ciudad de México, familiares y amigos continúan todavía en el lugar de los hechos con la finalidad de identificar algunos cuerpos.
En las cercanías de la zona cero, decenas de garrafas para cargar combustible continúan desperdigadas, próximas a una hilera de militares que custodian la entrada, donde la tierra se ha ennegrecido como estrago de la explosión y aún hay un tímido olor a gasolina que acompaña a un sol sin piedad.
A la izquierda, el tumulto de familiares esperando noticias se acumula. Preguntan, hablan entre ellos y siguen con la mirada a los agentes de policía. Después callan y agachan la cabeza, entre la desesperación y la tristeza.
"Espero saber algo pronto, lo antes posible", dijo a Efe Alfredo Guillermo Sierra, quien desde el viernes en la noche lleva esperando saber algo de sus dos primos y de su tío.
La falta de información aquí ha hecho a su familia buscar en hospitales y lugares cercanos a la zona, sin encontrar hasta el momento respuesta.
Si este sábado el paisaje ya es desolador, horas antes las escenas eran macabras, con los cadáveres a la vista de todos. Cuerpos calcinados, algunos incluso hasta los huesos.
Después de eso, relata, llegaron excavadoras a esparcir toneladas de tierra. "Había personas todavía ahí y las taparon", aseguró, sumándose así a las críticas de otros familiares de desaparecidos.
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Esta tragedia por explosión se sitúa entre las más mortales de las últimas décadas en México. Por el número de decesos, recuerda a los 73 muertos y 350 heridos en el estallido de una bodega clandestina de material pirotécnico Celaya, en 1999.
El 19 de noviembre de 1984 tuvo lugar la peor tragedia hasta la fecha, con al explosión de varios depósitos de gas de Petróleos Méxicanos (Pemex) en el barrio de San Juanico del Estado de México, dejando medio millar de México.
La tragedia en Hidalgo coincide con el combate frontal de López Obrador al robo de hidrocarburos, que según cifras oficiales generó pérdidas para Pemex de 65.000 millones de pesos (unos 3.400 millones de dólares) en 2018.
Además del refuerzo de la vigilancia en los ductos con miles de efectivos, se cambió el modelo de suministro con camiones cisterna a las estaciones de servicio, lo que genera desde inicios de año problemas de desabastecimiento en varios estados por el cierre de gasolineras y las compras de pánico.
Esta terrible tragedia acontece en medio de esta lucha contra el robo de gasolinas, que muchos consideran la primera gran crisis gubernamental de López Obrador, quien ha suspendido todas sus actividades públicas del fin de semana.
Casos como el de Tlahuelilpan evidencian la crudeza de esta lucha. De acuerdo con cifra oficiales de Pemex, el año pasado se detectaron 12.581 tomas clandestinas.